La delimitación del ámbito del antiguo cementerio judío de Montjuïc no se había establecido con exactitud hasta ahora. Su uso como necrópolis se remonta al siglo IX hasta que, después de que la comunidad judía no se recuperara de los ataques de 1391, fuera abandonado a finales del siglo XIV. A partir de este momento tiene lugar un expolio de las lápidas funerarias, hecho que ha provocado la desaparición de una de las referencias visibles para su localización. A esta pérdida se añaden, durante siglos, una serie de cambios por las sucesivas transmisiones y divisiones de las propiedades, que afectaron tanto a las tierras del propio cementerio como a las propiedades circundantes. Únicamente se conservó, en la cartografía de los siglos XVII y XVIII, una toponimia que recordaría su existencia: el Fort dels Juifs o la Plain dels Juifs, puede ser que este último nombre se diera en correspondencia al lugar donde se situaba la necrópolis.

De hecho, casi ninguno de los documentos antiguos medievales que se han podido consultar permiten establecer sus límites de una manera directa y precisa, excepto una descripción del traspaso de la propiedad del 13 de Julio de 1395 (ACS, Jaume de Corts, Vol. 2, Vendes 1394-1400, f. 171 -178v).

La delimitación del cementerio era un requisito muy importante en el momento de incoar expediente de declaración del conjunto como Bien Cultural de Interés Nacional en la modalidad de lugar Histórico (según la Ley de Patrimonio Cultural Catalán 9/1993). El Centre d'Estudis ZAKHOR con la colaboración del Centre d'Estudis de Montjuïc, desarrollaron un proyecto de investigación documental con el objetivo de que fuera innecesaria la intervención directa sobre el terreno y, de esta manera, respetar el solar de la necrópolis y a los difuntos de acuerdo con la tradición judía que contempla que se entierra hasta el fin de los días y prohíbe la exhumación de los cuerpos, incluso siglos después del entierro. (La tradició funerària en el judaisme. Lleonard Muntaner Editors)